Lazos de Alma

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viernes, 30 de noviembre de 2012

ALMA E INTELECTO DE LOS PUEBLOS, ¿HACIA DÓNDE LOS CONDUCES?

Cultura y civilización, alma en intelecto de los pueblos, ¿hacia dónde les conduces?: se preguntaba mi padre (1906-1989) poco antes de la Guerra Civil, en los prolegómenos de la II Guerra Mundial, tras haber vivido la I Guerra Mundial.


Sin duda la familia es la primera escuela afectiva del menor. En mi caso así ha sido. De ahí que uno de mis primeros escritos aún por editar, un ensayo sobre la subjetividad titulado “Arcano y el Ciberhilonauta” (1998), discurra a través de las vivencias familiares que pueden incluso heredarse escritas.

De mi padre conserva la familia escritos de sus publicaciones periodísticas. Y hoy, ante una economía convulsa, pensando en escribir lo que quiero decir tras escuchar y leer lo que se comenta, a mi entender, desde posicionamientos demagógicos, he buscado en uno de sus libros legados La decadencia de occidente SPLENGUER (1918), como punto de inicio:
El punto de vista para comprender la historia económica de las culturas superiores no debe buscarse en el terreno mismo de la economía. El pensamiento y la acción económicos son un aspecto de la vida, aspecto que recibe una falsa luz, si se le considera como una especie substantiva de la vida. Y mucho menos podrá encontrarse dicho punto de vista en el terreno de la economía mundial de hoy, que desde hace ciento cincuenta años ha tomado un vuelo fantástico, peligroso y, a la postre, casi desesperado, vuelo que es exclusivamente occidental y dinámico, en modo alguno universal humano.
Cuando se habla de algo, lo que fuere, y se hace de forma pública, el principio de hacer honor a la verdad da pie a la credibilidad. Hoy, ese principio, aun teniendo todos los medios de información al alcance, parece que se olvida en aras a la posibilidad de dar palo sin mirar a qué y, mucho menos, a quién.

Escuchaba ayer en la radio dar una noticia de que los Eres en las cajas intervenidas serán negociados y los empleados despedidos podrán cobrar una indemnización superior a lo que determina la nueva Ley. Normal. Los Eres de otros colectivos, como puedan ser el de las empresas farmacéuticas, también han sido negociados y los empleados despedidos han sido indemnizados con una cuantía superior al mínimo que determina la Ley. Y es que nos olvidamos de que la Ley establece el mínimo, pero no impide que empleados y empleador pacten.

Puede que las noticias que escuchamos se den de manera equívoca por desconocimiento, pero parece más bien que vayamos al socaire del pensamiento de la cadena al uso.

Los errores cometidos por los dirigentes políticos, bancarios, sindicales, etc., y el engrose pecuniario de sus arcas tanto organizativas como personales en las últimas tres décadas no es un problema de ellos (el otro, como siempre), es un asunto de la “ciudadanía” (muy al estilo progresista, tal y como dijo una de sus ministras “el dinero del Estado no es de nadie”); ahí está el quid de la cuestión: que el dinero tiene siempre dueño, y de ello hay que rendir cuentas.

Ahora, cuando las posibilidades informativas no tienen límite, la ciudadanía se cree dueña de cualquier dato que le llega por cualquier onda y establece así una línea de rumorología y “piensa” (si a eso se le puede llamar “pensar”) que no ha de rendir cuentas a nadie.

Esta es la sociedad que nos hemos dado entre todos. Nos guste o no, todos somos responsables por acción u omisión de lo que nos está pasando.

Aquellos que estábamos hace quince años dando clase a jóvenes adolescentes, escuchábamos a los colegas maestros de primaria decirnos “ya os llegará lo que tenemos hoy en las aulas”; y nosotros, los de secundaria (algunos de los que hemos escrito en los medios de comunicación en la última década), hemos advertido que eso que llamamos educación no funcionaba en las escuelas. Y una de las premisas por las que la cosa no pintaba bien era, sin duda, porque los equipos directivos centraron su punto de mira en no perder alumnos (los concertados), de ahí que el alumno tenga siempre razón; y en los públicos por no tener tiempo (pagado) para realizar tutorías, y porque de la educación se encargan los padres y, en todo caso, los servicios de psicopedagogía del centro.

La cruda realidad es que recogemos lo sembrado; y si sembramos apatía, si nuestras reivindicaciones se han ajustado al asunto crematístico, si lo único por lo que nos movilizamos es por lo nuestro (disfrazándolo, eso sí, de solidario), y, lo que es peor aún, si hablamos del pasado en presente es que seguimos en la misma ruta de ayer.

Mirar y ver, pensar y hacer. Si lo que veo no me gusta he de pensar qué hacer para avanzar. Los discursos, los artículos periodísticos, las manifestaciones, etc., que mantienen tintes demagógicos no se apuntan a esa línea crítica: MIRAR Y VER, PENSAR Y HACER.

Ponerse en el lugar del otro requiere de un distanciamiento emocional que poco se practica. El manido asunto de la inteligencia emocional y social se confunde con el posicionamiento emotivo-cultural; quizá porque resulta fácil así conectar con un público dado a noticias truculentas (en otros tiempos, la publicación española “El caso” buscaba llegar a emociones y sentimientos primarios) como también el fútbol (abiertamente criticado por mantener ocupada a la masa en el anterior régimen) vemos que sigue hoy en la misma trayectoria de mantener las mentes ocupadas en otra cosa que no sea “pensar”. ¿LA VIDA SIGUE IGUAL?
La decadencia de occidente, como proceso orgánico, plantea el problema de la sucesión. El vigor de los pueblos llamados bárbaros, alumbró el alma de la cultura europea que hoy está en plena y vertiginosa decadencia. ¿Cuáles son los pueblos y las razas que van a recoger los restos de esta civilización para dar vida a nuevas culturas?
Así concluye el artículo sobre la decadencia de occidente, realizado un 12 de octubre de 1932 por Agustín, mi padre, un pensador que transmitió en vida energía y optimismo desde un análisis profundo de su tiempo. Puedo decir que, murió a los 83 años haciendo uso de los ordenadores que en aquellos momentos manejaban sus nietos mayores.

Se puede consultar el libro LA DECADENCIA DE OCCIDENTE

3 comentarios:

Agueda dijo...

Hola Ma Ángeles! No puedo estar más de acuerdo en tu análisis. Pensar que nadie es responsable de nada, está de moda. Curiosamente, lo contrario de lo que muchos padres tratamos de enseñar a nuestros hijos: la responsabilidad inseparable de la libertad. Espero que efectivamente seamos muchos los padres que tengamos esto claro, porque nuestros hijos son la esperanza para esta sociedad decadente, que no piensa, que no cree, que no es responsable de nada de lo que hace, que cree que siempre vendrá alguien a sacarle las castañas del fuego.
También me ha llamado mucho la atención lo que comentas del distanciamiento emocional, porque yo estaba dándole vueltas a una idea, que tú me ayudas a concretar: tendemos a implicarnos de manera sensiblera en los problemas de los demás, compádeciéndoles, en lugar de ayudarles a hacer la autocrítica necesaria para lograr cualquier mejoría. Quizá te estoy adelantando mi próximo post ;-) Un beso!

Anónimo dijo...

Hola a todos, obviamente no se pueden hacer malabares con 9 objetos a la vez porque.....se caen.. hago esta reflexion al sentir el palpito de que esta generacion es totalmente inconsciente a la realidad de vida particularmente me impresiona mucho la visión de mi abuelo Agustín ya que argumenta ese cambio económico al estado del bienestar que por aquellas era en Occidente y bien dijo...peligroso......y como apóstrofe termina diciendo que es universal y humano.....que razón abuelo los chinos nos comen......que inteligente eras ojalá mentes como las tuyas con los avances tecnológicos de ahora ..las sepan utilizar como tu.
Agueda te envió un beso a ti y a tu familia y estoy totalmente de acuerdo con lo que escribes sigue por ahí.........por lo menos no somos ni ciegos ni sordos ni mudos...y parece que el sistema quiera una sociedad inculta para que aparezca un político sin preparación se le vote y nos convirtamos en el primer país latinoamericano de Europa...y que no os extrañe k ya tenemos la moneda nacional el marco alemán ..Disfrazado de euro

Fernando Fragío Rodríguez dijo...

El abuelo Agustín no pudo conocer los momentos que vivimos actualmente en los que el diagnóstico del problema de la civilización occidental parece fácil y claro, a saber, el relativismo moral que todo y a todos nos invade, fundamentalmente a través de los medios de comunicación. La solución ... reconstruir un conjunto de sólidas creencias, firmemente basadas en el humanismo cristiano.