Lazos de Alma

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lunes, 8 de octubre de 2012

UN REGALO

Que cada generación tiene una perspectiva diferente de aquello que sucede en un determinado espacio de tiempo, no es nuevo ni tiene por qué serlo. No se pueden expresar los mismos sentimientos cuando crees que tienes mucho por recorrer que si sientes que tu final está cercano. Sin embargo, el tiempo de los maduros no tiene edad cronológica. Y no la tiene porque, en esencia, la vida es un regalo del día a día.

Cuando nos pasan información estamos ante uno de esos regalos diarios que nos plantean varias opciones sobre lo que hacer, por ejemplo: ¿llevarlo a la papelera?, ¿pasarlo a nuestros conocidos en Internet?, o ¿realizar sobre ello una crítica constructiva y divulgarla? Sin duda, los regalos informativos forman parte del día a día en la Red: algunos se repiten, otros son fruto de la situación socioeconómica del momento, etc., y están aquellos que son valiosos por su contenidos.

Por mi parte, me decanto por dejar en abierto los pensamientos que me invaden ante la información que me llega, ¡qué me llega al alma!

EL VALIOSO TIEMPO DE LOS MADUROS

El poeta y novelista brasileño Mario Andrade (1983-1945), dejó escritos mensajes especialmente valiosos por su clara visión de la sociedad, que sigue lo mismo. Recojo algunos pasajes del autor que son imperecederos. Al menos, así lo siento yo.

He contado mis años y he descubierto que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el que he vivido hasta ahora. Ya no tengo tiempo para soportar personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.

Ya no tengo tiempo para perderlo con mediocridades. No tolero a los manipuladores ni a los aprovechados. Me molestan los envidiosos que tratan de desacreditar a los más capaces para apropiarse de sus puestos, sus talentos y sus éxitos.
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reírse de sus errores. Que no se vanaglorie con sus triunfos. Que no se considere elegida antes de tiempo. Que no eluda sus responsabilidades. Que defienda la dignidad humana. Que desee únicamente caminar al lado de la verdad y de la honradez.

Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas. Gente a quien los duros golpes de la vida le han enseñado a crecer, con suaves caricias a su alma.

Me siento como aquel niño al que regalan una bolsa de caramelos; los primeros se los come feliz, pero, cuando se percata de que le quedan unos pocos, comienza a saborearlos profundamente.
Pretendo no malemplear ni tan solo uno de los caramelos que me quedan. Estoy seguro que serán más exquisitos que los que me he comido hasta ahora.

Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres estimados, y con mi conciencia. Sí… Tengo prisa para vivir con la intensidad que la madurez puede dar.

LA NUEVA DIETA MEDITERRÁNEA
Termino con una imagen regalo de la visión socioeconómica del momento, porque en la vida hay que integrar el humor tanto como la ternura.