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miércoles, 23 de noviembre de 2011

MENSAJES EMOCIONALMENTE NUTRITIVOS

Cuando suena el despertador, comienzan las prisas por cumplir los horarios escolares y laborales. Y aunque conocemos la importancia del desayuno, solemos salir de casa con poco más de algo bebido. Tampoco pensamos demasiado en compartir nuestro estado de ánimo antes de decir: ¡Hasta luego!

Sin embargo, para unas relaciones nutritivas, el desayuno no será completo si no somos capaces de comunicar las preocupaciones y expectativas de cada día. Salir de casa con la seguridad de que alguien piensa en ti, supone un refuerzo emocional que da un respiro para afrontar con esperanza los momentos más complicados del día.

También la llegada al trabajo es un buen momento para ejercitar el poder de la sonrisa, el gesto amable y los mensajes auténticos. Los jefes, subordinados y compañeros agradecen que cada uno asuma las responsabilidades que le competen, que no se generen problemas los unos a los otros por adolecer de una comunicación auténtica.

Los vínculos afectivos de sentirse querido valorado, respetado, etc., importan, y mucho: permiten 'crear' un 'espejo' neuronal donde poder almacenar aquello que más tarde o más temprano buscaremos para tomar decisiones. Tanto la introspección como la independencia, la iniciativa, el humor, la creatividad y la moralidad son herramientas emocionales que ayudan a gestionar mejor cualquier situación por compleja que ésta sea. En el hogar, la escuela o el trabajo, conviene potenciar dichos rasgos que son signo de inteligencia social y emocional; si cabe, cada día más útiles en las relaciones personales y en el desarrollo profesional.

De ello nos habla la teoría de la resiliencia, que se fundamenta en el estudio del comportamiento de aquellas personas (niños, adultos y ancianos) que salen airosos y fortalecidos de situaciones adversas. Se trata de aprender a tomar opciones de conducta inteligente ante situaciones complejas, complicadas o adversas.
Veamos unos apuntes para preparar una comunicación nutritiva; necesitaremos una 'pizca' de esfuerzo y unos cuantos 'cucharones' de interés.
Empezaremos la jornada con un saludo de buenos días acompañado de un gesto cariñoso y unos mensajes que aclaren nuestro estado de ánimo:
-¡Me espera un día de trabajo duro! Y no he descansado bien pensando en ello.
-Siento que tu sueño no haya sido reparador. Te ayudaré a preparar un desayuno apetitoso, y a buscar un atuendo que te anime.
Construiremos mensajes alentadores, que inviten a la sonrisa y al sosiego.
Evitaremos los gruñidos, bufidos, gritos, etc., que emitimos sin darnos cuenta por las prisas, pues, lejos de mostrar cómo nos sentimos, dan a entender que algo no va bien, y no queremos compartir.
No dejaremos a interpretación ajena lo que nos sucede, ya que puede pasar de todo: desde las más comprensivas actitudes hasta unas pésimas valoraciones de nuestro comportamiento.
Para despedir el día nos puede venir bien la introspección; una habilidad menos nombrada en la actualidad aunque los beneficios de su práctica no dejen margen de duda. Se trata de seguir un método personal de observación y reflexión que nos lleve a dar una respuesta honesta a nuestras actuaciones diarias. De esta forma:
Tomaremos las riendas de nuestros fallos.
Dejaremos de culpabilizar a otros.
Seremos capaces de aprender de los errores porque los asumimos y corregimos sin temor alguno.


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