“No es la especie más fuerte la que
sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio.” (Charles
Darwin).
Cuentan que, en una de esas pruebas
sorpresa que hacen los profesores a sus alumnos para comprobar cómo les siguen en
sus explicaciones, cierto día un profesor entregó a cada uno de ellos un folio visto por su
parte en blanco; una vez completada la entrega darían la vuelta al folio, y verían
el contenido. Los alumnos se sintieron confundidos
al volver la hoja y observar que estaba también en blanco, aunque en el medio se podía ver un punto negro. El profesor les dijo que debían realizar una redacción
sobre lo que estaban viendo. Transcurrido el tiempo determinado para la
prueba, recogió los escritos. Luego comenzó a leerlos en voz alta, y comenzó así su lección del día para la vida:
Vuestras redacciones se refieren al punto negro que ocupa un espacio insignificante en la hoja en blanco. Esto mismo pasa en la vida de cada persona. Tenemos una hermosa hoja en blanco para completar, pero cuando algún punto negro la salpica (la salud se deteriora, nos quedamos sin empleo, nos sentimos traicionados...), nos dedicamos a hacer que todo gire alrededor del punto negro y olvidamos que tenemos un espacio enorme en el que seguir avanzando.
Los puntos negros no desaparecen, ni
hay que obviarlos ni desestimarlos, más bien hay que reconducir los procesos
que nos hayan podido llevar hasta ellos y no caer en la desesperación ni la
prepotencia.
Lo peor de centrarse en los puntos negros,
es que nos inducen a permanecer en un estado de ociosidad mental recurrente que hace realidad
un proverbio chino: “Si quieres que algo se haga, encargárselo a una persona
ocupada.”
Las personas ocupadas son aquellas que realizan sus tareas con orden, con el orden mental donde las prioridades están definidas por los espacios en blanco y los puntos negros son la piedra de toque para el cambio.
Siempre hay una piedra en el camino, y ya se sabe que lo relevante es la actitud de la persona ante los obstáculos.
De qué sirve una piedra: Miguel Ángel realizó su sueño de escultor; David tumbó a Goliat; los pastores la utilizan de asiento, los pequeños juegan con ella; el despistado tropieza en ella...y, ¡APRENDE!
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