De partida, la persona sabe más de sus límites que de sus potencialidades.
Es un hecho palpable que crecemos reconociendo antes nuestros límites, y que caminamos en la penumbra de lo que nos hace singulares. Puede que en el siglo veintiuno se palíe esa conducta que prima y guarda la supervivencia de la especie en la jungla.
Cierto es que ahora vivimos también en la jungla: en otra jungla; una nueva etapa en la evolución en donde la materia prima sigue siendo la misma: la mente; solo que ahora las preguntas que nos hacemos para la supervivencia se conectan a un mundo en conexión invisible.
Es más que probable que este sea el momento de afianzar nuestras capacidades; y es ahí donde ha de incidir la educación en cada una de las etapas de crecimiento del ser humano.
¿Cómo es tu mente?
1. Una mente disciplinada, ordenada hacia
metas concretas.
2. Una mente sintetizadora, que busca
extrae y conecta información de múltiples fuentes diversas y la convierte en
conocimientos útiles para uno mismo y los demás.
3. Una mente creativa, que propone nuevas
ideas y que, si es necesario, encuentra propuestas novedosas, inusuales pero prácticas, capaz de solucionar problemas.
4. Una mente respetuosa de la diversidad, que aprecia y valora las diferencias individuales y colectivas, que es capaz de convertirse en un elemento integrador eficaz.
5. Una mente ética, capaz de considerar
muy importante su aporte a la sociedad, respetando los derechos
propios y ajenos tanto como sus obligaciones y responsabilidades.
Mientras leía el libro Aprendizaje invisible, más me afianzaba en el análisis de cómo se está produciendo la educación universitaria en nuestro país. Y hablo de la universitaria porque, nos guste o no, de ella van a salir las generaciones que decidirán en breve lo que hacer.
Me gustaría que el profesorado y las familias se cuestionasen sobre las cinco característica de una mente humana capaz de reconocerse en ellas.
En el capítulo 2 de Aprendizaje invisible, se puede leer:
¿Qué hacen los profesores para que esto se produzca? ¿Cómo imparten sus clases magistrales, de contenidos dados por activa y pasiva? ¿Cuáles son sus sistemas de evaluación? ¿Qué criterios siguen para concretar el aprendizaje logrado por cada alumno?... ¿Quiere el profesor evaluar las competencias de sus alumnos?
De alguna forma, el profesor ha de consensuar el portafolio educativo del alumno. Esta es una de las claves educativas del siglo XXI: el profesor ha de propiciar el aprendizaje significativo y él mismo tiene que prepararse con las técnicas y metodologías adecuadas.
De alguna forma, el profesor ha de formarse en habilidades que en nada tienen que ver con su currículo académico en el que, por su puesto, se le presupone mantiene actualizado por sus estudios e investigaciones.