Cuando un hijo o una hija desean tomar su camino y dejar el hogar, parece sencillo abrirles la puerta y que salgan sin más. Algo similar ocurre cuando en los territorios que conforman una Nación alguno de ellos quiere emanciparse.
Parece que estemos viviendo una etapa 'adolescente' de las Autonomías que acordamos en la Constitución.
En ocasiones, la respuesta a los problemas deviene de mirar y ver otras realidades que nos circundan. La comodidad 'infantil' lleva a creerse que uno solo puede con todo. Y luego están también los que vitorean el asunto porque quieren vivir de 'su' cuento.
Recientemente asistí a las conferencias sobre "Utopías Posibles" en el IVAM de Valencia. Se hicieron ahí algunas reflexiones sobre el programa que Naciones Unidas propuso con unos objetivos a lograr entre los años 2000 y 2015.
Erradicar la pobreza es un objetivo prioritario de los ocho que se proponen. A falta de tres años para lograrlo, estamos lejos, muy lejos de conseguirlo.
Sin embargo, en una de las intervenciones sobre el impacto del turismo en la erradicación de la pobreza, te hacer reflexionar sobre el tan aireado "cambio de sistema productivo" que al entender de algunos dirigentes nos puede sacar de la situación de posguerra en la que ha entrado nuestro país.
Se habló ahí de cómo nuestros hoteleros se han involucrado en un programa que testa la eficiencia del sector en cuanto al impacto medioambiental y energético. No es tanto, pues, un cambio de sistema productivo sino que se habla de mejora, en todos los sentidos, de mejora continua.
También se mostró la realidad de los 'desplazados' y de su impacto en el país de acogida. ACNUR España.
Crear fronteras parece ser que no es la respuesta adecuada para lograr los objetivos planteados.
Como bien sabemos, las palabras se las lleva el viento. Lo que dejamos es un rastro de inmundicia o de armonía: es cuestión de elegir.
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