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martes, 25 de septiembre de 2012

LA FALCULTAD DE RAZONAR

Esta conocida imagen me hace reflexionar sobre el significado y el sentido de la conducta resiliente; de la estrecha línea que separa lo que consideramos estado de bienestar de las conductas que conducen a la armonía; al equilibrio en fluctuación permanente por el flujo del pensamiento y la acción.

Siguiendo con el símil, la fina línea separa lo que cada persona en un estado democrático defiende con su voto desde dos posicionamientos.

Hoy, 25 de septiembre de 2012, nos encontramos los españoles pisando los escalones inferiores en su sentido más amplio: de un lado el pasado reciente que hemos aceptado, y digo aceptado porque no se libra nadie de su parte de responsabilidad por acción u omisión de haber llegado a la situación en la que nos hallamos; por la otra parte se nos presenta la posibilidad de emprender el equilibrio que tanto se añora cuando se pierde, el mismo que cuando uno está enfermo no duda en ponerse en manos de los entendidos y de tomar los medicamentos que aquellos les proponen.

En educación, no estamos para echar cohetes, como tampoco en sanidad o justicia. Merece la pena recordar que la sociedad abierta tiene sus enemigos, tal y como analiza Popper en su obra "La sociedad abierta y sus enemigos" (1982, Paidos). Ofrece el autor una interesante y clara exposición de la crítica a la filosofía de la política y de la historia; comienza la parte primera "El influjo de Platón" con una cita de Periclés de Atenas, en favor de la sociedad abierta (alrededor del año 430 a. C):
Si bien sólo unos pocos son capaces de dar origen a una política, todos nosotros somos capaces de juzgarla.
La educación sigue siendo la piedra de toque para subir los escalones de la armonía emocional, social, económica...; la pega es que ello requiere que esa línea de separación de voluntades deje de tirar por sus extremos tratando de ganar unos cuantos en detrimento de la población.

Leer, leer y compartir; viajar e integrarse; jugar y cumplir las reglas del juego; mandar desde la autoridad del saber hacer, con determinación sin caer en el autoritarismo de quienes mandan por su posición; ... podrían ser algunas de las materias a tratar en las escuelas. 

Sobre este asunto escribía yo en el año 2004 en uno de los pasajes de la novela "Escalerita al cielo" (2012, Círculo Rojo): 

La facultad de razonar (pag. 58):
No estaría demás/ crear la universidad del conocimiento/ donde se puedan trabajar la voluntad, los sentimientos y la razón/ vigorosos apoyos en cualquier actividad humana.

En el curso primero/ se aprendería a razonar/ a percibir la realidad/ para analizarla, ordenarla/ y establecer así relaciones.

En cursos posteriores/ trataríamos de comprender la principal laguna del razonamiento/ veríamos cómo se adquieren los conceptos/ y si somos capaces o no/ de dar las notas esenciales que definen un asunto concreto.
Se podría proponer también una tesis/ que verse sobre la ligereza en el raciocinio/ de cómo nos lleva a generalizar precipitadamente.
Se convocaría un seminario/ con el tema de la obstinación/ y de cómo ésta favorece la visión subjetiva de los problemas.
Se programarían conferencias/ sobre la lógica de los sentimientos en el raciocinio/ y de cómo la sensiblería soslaya la salida de tono, a cualquiera en cualquier tema.
Para acabar como ayer/ invocando la culpabilidad del otro/ pero ahora/en versión actualizada/ diríamos/ ¡la culpa es de los genes!/ de los políticos/…/ de las familias.
¡Faltaría más!

 

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