Lazos de Alma

Páginas

miércoles, 26 de diciembre de 2012

RENOVAR LA MENTE

«Vino a su casa, y los suyos no la recibieron» (Jn 1,11).

Benedicto XVI, en su homilía de la Navidad, realiza un profundo mensaje que centra: "A partir de la sencilla palabra sobre la falta de sitio en la posada, podemos darnos cuenta de lo necesaria que es la exhortación de san Pablo: «Transformaos por la renovación de la mente» (Rm 12,2). Pablo habla de renovación, de abrir nuestro intelecto (nous); habla, en general, del modo en que vemos el mundo y nos vemos a nosotros mismos. La conversión que necesitamos debe llegar verdaderamente hasta las profundidades de nuestra relación con la realidad". 
Metidos en faena de indignación popular, me parecen de ultimísima actualidad las palabras pronunciadas por san Pablo, y que en su homilía nos recuerda el papa: «Transformaos por la renovación de la mente» (Rm 12,2).
¡Qué cercanas siento las palabras en su homilía!: "Nuevamente me llega al corazón esa palabra del evangelista, dicha casi de pasada, de que no había lugar para ellos en la posada. Surge inevitablemente la pregunta sobre qué pasaría si María y José llamaran a mi puerta. ¿Habría lugar para ellos? Y después nos percatamos de que esta noticia aparentemente casual de la falta de sitio en la posada, que lleva a la Sagrada Familia al establo, es profundizada en su esencia por el evangelista Juan cuando escribe: «Vino a su casa, y los suyos no la recibieron» (Jn 1,11)".
Me cuestiono si somos capaces de renovar la mente cuando alguien, que bien puede ser el propio hermano, llama a la puerta de acogida y la respuesta sea la negación; la ocultación del problema se convierte así en la solución aunque, de tal forma, más bien nos encontremos ante un círculo vicioso: un problema sin solución.
Lo que parece evidente es que uno no puede renovarse si no es capaz de leer, también, y quizás en mayor medida, al considerado enemigo. Si no lees sobre la palabra escrita desde la diversidad de culturas adentrándote en el tiempo y dialogando con ellas, puede que tu conocimiento acerca de ti mismo sea tan banal como inutil en esa búsqueda de felicidad publicitaria.
Menos parloteo y más criterio. A ver si logramos dar la vuelta al mensaje inicial: Vino a su casa, y los suyos no le recibieron.

No hay comentarios: