Andamos por la Tierra ciegos
y sordos. Éste podría se un titular real de lo que nos ocurre a los seres humanos bastante limitados por esa ilusión de superioridad característica del raquítico comportamiento social del individuo que mira su ombligo y se cree el dueño del Universo.
El más
allá científico, sus descubrimientos, nos acercan a los pensamientos de Platón.
Para este filósofo los planetas se movían de forma que emitían una música
continua. Y en cierta medida estaba en lo cierto porque, ahora, los cosmólogos
han llegado a la conclusión de que el
universo es como un inmenso órgano.
Según
explica el cosmólogo italiano Paolo de Bernardis:
El universo primitivo estaba lleno de ondas sonoras que comprimían y rarificaban la materia y la luz del mismo modo que sucede con el aire dentro de una flauta o una trompeta.
De ser cierto, ello significa que los microscópicos murmullos generados
cuando el universo tenía 300.000 años de edad hicieron que la materia se
condensara y diera lugar a las semillas a partir de las cuales, muchos millones
de años después, se formarían las galaxias. Leer
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Y la música de las estrellas, a día de hoy, se ha convertido en un reto habitual para expertos en el tema que son capaces de convertir datos numéricos en sonidos para propósitos diversos.
De modo
que, cuando la banda Echo Movement
pidió al equipo de Bruce Walker poder
convertir los movimientos de cuerpos celestes en sonidos musicales, los
científicos aceptaron gustosos al comprender las posibilidades creativas que
les brindaba esta inusual petición. La condición fue que la banda haría las
adaptaciones necesarias para darle una forma musical al material cósmico que
fuese fiel a los datos astronómicos.
El sonido es la mejor herramienta de reconocimiento de patrones que tenemos ―subraya Walker―. En lugar de explorar visualmente una larga lista de números, buscando patrones o sucesos aleatorios, a veces es más fácil crear un archivo de audio y escucharlo. Pueden descubrirse muchos patrones interesantes analizando datos en forma de sonido.
Trabajaron
con los datos recolectados por el telescopio espacial Kepler de la NASA. Y se centraron en una estrella binaria Kepler 4665989, de la que registraron
sus niveles luminosos durante más de un año. La estrella se oscurecía y se
aclaraba cada vez que su compañera se cruzaba en su camino, proporcionando
medidas variables de brillo.
Estos
valores numéricos fueron transformados en timbres. Es decir: el equipo
transformó los niveles variables de brillo en ondas para crear sonidos con
timbres específicos. El laboratorio depuró la señal y eliminó algunos
de los componentes de los sonidos, antes de enviar el resultado a la banda. Por su parte, ésta creó bucles con los sonidos y los usó para elaborar
música.
El
resultado final es una melodía que se utilizará en la introducción de la
canción de Echo Movement "Love
and the Human Outreach" que será lanzada muy pronto.
El objetivo del
proyecto, crear una sonoridad cósmica auténtica pero también agradable
estéticamente. ¡Todo un éxito! Leer
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