¿Vivimos instalados en la cultura del miedo?
Releyendo el libro del psiquiatra español Enrique González Duro, Biografía del miedo: Los temores en la sociedad contemporánea (2007) Ed. Debate, tratando de documentarme y comprender el fiasco social en el que estamos inmersos, me detuve en su ‘Introducción necesaria’ donde el autor realiza una interesante reflexión sobre el ‘equívoco’ que el concepto de ‘miedo’ suscita a lo largo de la historia. Habla ahí de la ‘manipulación ideológica’:
«El equívoco puede residir en que cuando se habla de miedo casi todo el mundo se refiere exclusivamente a quien lo padece como un sentimiento meramente personal e intransferible, además de vergonzante, y hay muy escasas referencias a los que tienen la fuerza o el poder suficiente para producirlo y mantenerlo, individual o colectivamente.»
Expresa que el miedo se contagia muy fácilmente, y que se convierte en un elemento de dominación tanto como puede serlo de solidaridad social. «Los ‘fabricantes del miedo’ han procurado siempre asociarlo a la cobardía y al mal. El miedo pasa a ser una cuestión moral, social, religiosa, política y hasta económica»: de ahí mi interés en la lectura de este libro.
Leer. Sí, leer. Soy una convencida de que nuestros jóvenes (y demasiados adultos) se concentran en lecturas académicas o literarias que, siendo necesarias, dejan de lado otros temas que vienen a complementar la educación integral de la persona. Me refiero a que, por ejemplo: un técnico no debiera soslayar la filosofía o la historia, ni un historiador o filósofo comprenderá su tiempo sin una lectura científica que le ayude a completar el mapa de sus ideas mentales, traídas de su formación académica.
No me interesa ahondar en la estereotipada bifurcación ciencias-letras donde aún hoy seguimos instalados en perjuicio de la lectura científica, porque no tiene sentido alguno cuando los avances de la ciencia se plasman en la tecnología cuyo producto final forma parte de la vida cotidiana del menor.
No se puede parcelar el desarrollo del potencial de cada ser humano, ni ponerle cortapisas; como tampoco los tiempos de crecimiento personal se pueden considerar uniformes, ni estancos.
Mi apuesta es clara: cualquier sistema educativo ha de garantizar la ‘formación integral’ de sus formadores que, en un mundo de comunicación virtual, conlleva la práctica docente de LA EVALUACIÓN POR COMPETENCIAS; un tema en el que llevo tiempo trabajando y pienso compartir en el blog.
Y sobre la cultura del miedo, de aquellos que lo invocan como advenimiento de catástrofes de involución a los ‘logros’ sociales adquiridos, en el libro que nos ocupa se habla de cómo los ‘fabricantes del miedo’ hacen surgir fuentes de solidaridad social que supera el miedo individual y genera la fuerza necesaria para oponerse al poder que, por mucho miedo que fabrique, es siempre más vulnerable de lo que parece.
¡Hay esperanza! Los fabricantes del miedo se han hundido en su propio lodo.
1 comentario:
La dicotomía ciencias vs. letras en la universidad, y también en fases previas del proceso educativo de nuestros jóvenes, viene motivada por la necesidad de lograr una alta especialización que únicamente se puede alcanzar a fuerza de imponer una jerarquía de habilidades y conocimientos.
Creo que antes de ponernos a evaluar, las reflexiones que debemos hacer deberían ser 1) qué grado de especialización necesitan nuestros jóvenes para desarrollarse con éxito en el mundo actual y 2) si las jerarquías actualmente establecidas para conseguir ese fin son o no las apropiadas.
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