La Biblioteca de Babel (1941) es un relato breve del escritor argentino Jorge Luis Borges, que forma parte de su libro Ficciones. La oscuridad sería una salvación en la biblioteca sin límites del relato que admite múltiples lecturas.
Por qué leer este relato. Porque ofrece la posibilidad de tirar de muchos hilos. Abre la mente. Flexibiliza el pensamiento. Invoca a la creatividad. Invita a la reflexión. Incíta a la búsqueda. Al menos, a mi me lo parece.
“Un bibliotecario descubre que los libros contienen los mismos elementos: el espacio, el punto, la coma y las veintidós letras del alfabeto. Deduce también que en ellos están todas las posibles combinaciones de estos signos, es decir, que la biblioteca comprende todo lo que se puede expresar en todos los idiomas. El incalculable número de volúmenes que supone esta hipótesis hace casi imposible encontrar uno coherente. Oculto en esta infinitud hay un dios que ha hecho enloquecer a quien lo ha buscado: el libro que resume y explica todos los libros, la cifra del universo.”
Se ha analizado desde diferentes disciplinas, entre otras:
Las matemáticas en La Biblioteca de Babel.
La psicología en La Biblioteca de Babel.
Es recurrente en el libro el tema de Baroja en El árbol de la ciencia (Cuarta parte: Inquisiciones, página 62), donde el autor se explaya sobre el posible significado del árbol de la ciencia y el árbol de la vida.
«La Biblioteca de Babel es la triste sombra del árbol de la ciencia que, junto al árbol de la vida, crece en el paraíso. Como tantos otros, nuestro hombre quiso saber, pero el conocimiento, la ciencia –dice la Biblia- da dolor». ―J. L. López Lasala:
[…]La Biblioteca Nacional de Buenos Aires tuvo tres directores ciegos: José Mármol, Paul Groussac y Jorge Luis Borges. Cuando éste ocupó el cargo en 1955 ya sabía que su ceguera era irreversible. Con la noche, Dios también le otorga el irónico regalo de los libros, según confiesa en el “Poema de los dones”:
[...] De esta ciudad de libros hizo dueños
a unos ojos sin luz, que sólo pueden
leer en las bibliotecas de los sueños
los insensatos párrafos que ceden
las albas a su afán. En vano el día
les prodiga sus libros infinitos,
arduos como los arduos manuscritos
que perecieron en Alejandría.
La imagen que nos queda de esta narración es la de un hombre ciego, demente y moribundo que termina cayendo al vacío por la baranda de uno de los hexágonos de la biblioteca. ¿Pasará cerca de ese libro que tanto deseaba? Su cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita. Y nosotros nos preguntamos si este hombre, ya sin materia, seguirá viajando de alguna forma por esa biblioteca interminable, que es el universo...
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