EL PRÍNCIPE DE LA COLINA

Cuando vi el vídeo 'El príncipe de la colina' me recordó el comportamiento de mi prima con síndrome de Down.

También para ella, séptima hija de nueve hermanos, su padre era el 'guardián' de sus tesoros: sus inquietudes a las que él daba respuesta.

Pienso que mi tío fue pionero en el cuidado de su hija. Estoy hablando de una niña que nació en el año 1954, que tuvo el apoyo familiar para desarrollar su potencial como el resto de sus hermanos. En aquellos momentos, eso no era demasiado habitual.

De niña jugué mucho con mi prima. Más tarde, junto a mi marido y mis hijas, de visita en verano a mi tierra, pasábamos ratos entrañables con ella. Le gustaba que fuésemos a merendar como sus invitados a una cafetería 'Los Porches' en el paseo de La Marina (La Coruña). De camino, parábamos en los Cantones a comprarle su regalo preferido: el último disco de su ídolo del momento, que solía ser Rocío Durcal. Conservo tantos recuerdos, algunos palpables, como los paños bordados por ella que enviaba por correo en mi cumpleaños. Era exquisita en el cuidado de la familia extensa: a todos nos felicitaba en el cumpleaños y, por su puesto, la Navidad.

No podré olvidar los momentos que viví con ella el día que enterramos a su padre: permanecen en mi por el amor que manifestó al padre fallecido en presencia de sus hermanos que se quejaban de la 'injusticia' de una muerte súbita con demasiadas cargas aún en la casa. Ella, de forma natural, expresó: 'lo peor es para papá que ya no está aquí con nosotros'.

Me consta que para mi querida prima su padre estuvo con ella hasta el final. De hecho, su madre muy enferma mantuvo el ánimo para cuidarla; le sobrevivió unos meses.