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viernes, 11 de enero de 2013

VALENTÍA JUSTICIA Y PRUDENCIA


Hace unos días leí un artículo sobre la reforma del sistema educativo, escrito por un profesor de filosofía.

De alguna forma, por sus planteamientos (cito literalmente) de la resiliencia emocional, me interesó hasta el punto de plantearme hacerle una crítica constructiva, por su puesto.

Lo mejor de adentrarte en una crítica es que te convoca a realizar un estudio de tus propias carencias. En mi caso, me he dedicado a documentarme sobre el sentido de "prudencia" como dominio de lo particular, a la que se llega por la experiencia. "La prudencia" que no es ciencia ni arte, sino una disposición racional, verdadera y práctica sobre lo que es bueno para el hombre. Valentía, Justicia y Prudencia.

Cuando leí el artículo del profesor, en un primer momento, pensé en dejarle mi opinión; pero se me hizo impertinente por mi parte. De modo que me propuse "dialogar" (en sentido hermeneútico: deconstruir para construir) sobre las dos cuestiones mencionadas: educación y resiliencia. Para escenificar ese diálogo incluyo, primero, la clave argumentativa del autor que paso luego a sopesar:

El desánimo que se está apoderando de la agenda socio-política no debe dificultar un análisis realista. Aunque los indicadores de evaluación internacional y los datos que proporcionan las agencias de calidad son preocupantes, la calidad de los profesores, el ánimo con el que enseñan y la ilusión por su trabajo son factores que exigen una reforma atrevida pero prudente. A pesar de sus administradores, la comunidad de padres, maestros y profesores siguen creyendo en el valor de la educación.

Me pregunto si "el desánimo que se está apoderando de la agenda socio-política" no viene a enmascarar la posibilidad de "un análisis realista", algo similar a cuestionar: ¿qué fue antes el huevo o la gallina? No comprendo el argumento final:
"...A pesar de sus administradores, la comunidad de..."
¿Alguien cuestiona el valor de la educación? Lo que se cuestiona es el sistema que nos ha llevado hasta donde estamos a pesar de los recursos materiales  que tanto se proclaman como panacea educativa.

También los argumentos sobre la "bondad de la calidad de los profesores y demás agentes educadores ligados a tener que realizar una reforma valiente pero prudente" me descoloca por completo. Sé que analizo lo que se dice de forma conceptual, pero es que para comprendernos hemos de expresar lo que decimos de manera objetiva. También me consta que la objetividad no casa con la idea filosófica de duda permanente. Reconozco que el pensamiento no puede ser único. Pero un planteamiento bien estructurado no apela a sentimientos. Aquel que piense que la conducta resiliente tiene algo que ver con el sentimentalismo desconoce el valor de su práctica.



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