Siento la grandeza del que se sabe pequeño pero que se siente capaz. Quiero pensar que hay gente que confía en que otros lo pueden ayudar desde su aparente insignificancia.
Pequeña sí, pero capaz también.
Me siento ciudadana de una democracia dormida, indolente.
Dormida por la abundancia; indolente ante la ignominia; pasota de pensamiento; faltona a la verdad; increíblemente descreída; autosuficiente e indiscreta; que enjuicia por definición lo que no se ajusta a su real gusto; que no confía ni en sí misma que busca solo lo aparente; gente que engrosa las listas de una vida fácil sin normas con vicios al uso de la naturaleza animal. Animales somos, sí. Pero raciocinio tenemos a pesar de todo.
Si construimos día a día los pensamientos alejados de esa forma de democracia dormida, podemos sentir la confianza en aquel que se hace invisible, que no mete ruido, que trabaja en la sombra, QUE SE SABE PEQUEÑO PERO QUE SE SIENTE CAPAZ. Capaz de amar.
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