Lazos de Alma

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miércoles, 15 de febrero de 2012

MENOS QUEJARSE, Y MÁS HACER

Cuando escucho los motivos de la huelga de estudiantes convocada para mañana, 16 de febrero, me invaden los recuerdos. Entrañables recuerdos familiares que quiero contar porque viene a cuento de las quejas estudiantiles.

Mi madre obtuvo el ‘Título a Mérito de Magisterio’; ello significaba que en la carrera todas las asignaturas tenían de nota 10. De hecho, si no hubiera sido así no habría obtenido el Título.

Y tuvo que ‘luchar’ por ello. Una de las profesoras (concretamente, de Francés) en el último curso le puso de nota un 9; entonces mi madre solicitó un Tribunal de prueba oral abierta (por lo visto era el método de revisión y significaba que otros estudiantes podían estar presentes); se ‘jugaba’ el 10 que le abría las puertas a poder ejercer como maestra.

¡Lo consiguió! En medio de la alegría de sus compañeras que la habían acompañado, que la habían apoyado coreando su apellido ¡Castaño, Castaño, Castaño,…! hasta la última pregunta que contestó correctamente como todas las anteriores. Efectivamente, el Tribunal calificó la asignatura de Francés con la máxima nota, 10.


Aún con todo, lo que me importa reseñar de la historia de mi madre es su voluntad y determinación para dedicarse al estudio en un entorno carente de medios materiales. Nació en 1912, y quedó huérfana en 1917; sus padres murieron el mismo día  a causa de la gripe. Los cinco hermanos pasaron a vivir con su abuela materna, viuda y con dos hijas aún a su cargo. Puedo decir que en su niñez padeció desnutrición física, pero no afectiva.

Ésta es la mejor herencia que mi madre nos dejó a sus hijos: con honestidad y empuje personales se anda con soltura entre la multitud. La 'dulcita', como la llamaron sus biznietos, deja un legado que traspasa las barreras físicas de la muerte terrenal.

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