El ser humano es espejo y creador de todo lo que le rodea, incluido él mismo: explica el neurólogo español Francisco Mora.
En su opinión, la tradicional y artificial división entre ciencias y humanidades, tiene poca consistencia ante la evolución de los conocimientos que aportan los estudios científicos. Conocer cómo funciona el cerebro nos llevará a una convergencia de esas dos grandes áreas del saber: explica.
Nace así la neurocultura, que define Mora: como un reencuentro entre la neurociencia, que es el conjunto de conocimientos sobre cómo funciona el cerebro, y los productos de ese funcionamiento que es el pensamiento, los sentimientos y la conducta humana.
Éste es un tema de conversación reticente entre los profesores de 'ciencias' y nuestros colegas de 'humanidades'; y de lo que doy debida cuenta en este blog.
Propone Mora, una reevaluación de las humanidades, un reencuentro, esta vez real y crítico, entre ciencias y humanidades.
Este es uno de los retos del educador, de quienes elaboran los programas y materiales que luego llegan al menor vacíos de contenidos integradores entre las ciencias y las humanidades.
Pero, ¿quién cambia una cultura del ego, de aquel que desea hacer las cosas a su aire?
Yo soy de aquellos que creen en la lealtad; me gusta la gente que posee sentido de la justicia, a esos, como dice Benedetti, les llamo mis amigos.
Entiendo que las palabras sobran cuando hay amistad; porque la confianza en la bondad ajena, como decía Montaigne, es testimonio de la propia bondad.
Confío en la bondad de mis allegados, de aquellos que se integran en el 'círculo de confianza' de los que irradian bondad.
Este es uno de los retos del educador, de quienes elaboran los programas y materiales que luego llegan al menor vacíos de contenidos integradores entre las ciencias y las humanidades.
Pero, ¿quién cambia una cultura del ego, de aquel que desea hacer las cosas a su aire?
Yo soy de aquellos que creen en la lealtad; me gusta la gente que posee sentido de la justicia, a esos, como dice Benedetti, les llamo mis amigos.
Entiendo que las palabras sobran cuando hay amistad; porque la confianza en la bondad ajena, como decía Montaigne, es testimonio de la propia bondad.
Confío en la bondad de mis allegados, de aquellos que se integran en el 'círculo de confianza' de los que irradian bondad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario