La exclusión no se vence agachando la cabeza.
Hoy, con permiso de la autora, comparto una carta en la que Meles nos ofrece al desnudo una realidad que vive en primera persona. Me he permitido resaltar algunas de las ideas que ella propone y que considero claves emocionales en su misiva. Confío en que los lectores participen y dejen sus opiniones.
Esta reflexión va dirigida a todas las personas que hemos sufrido, que sufrimos a diario exclusión social.
Todos nos vemos sometidos a situaciones en la que
debido a la incomprensión, todo se enmaraña, se tuerce y resultamos
generalmente solos y heridos.
Siempre queremos ser aceptados, invitados,
escuchados. Sabemos tristemente que ninguno de estos tres verbos se conjugan de
forma afirmativa en nuestras vidas.
Desde la experiencia os puedo decir
que LA AMISTAD no se exige ni mucho menos se implora.
Tantas veces somos los
que pedimos perdón, tantas veces nos vamos a la cama con el nudo en la
garganta, tantas veces esperamos que suene el teléfono con una invitación que
casi nunca llega...
Mientras
intentamos que la sociedad cambie, trabajo titánico y cada vez más utópico,
intentemos cambiar un poco nosotros.
Apoyémonos
y ayudémonos dentro de nuestro colectivo, no estamos solos. Lo que hemos
comenzado a hacer un pequeño grupo de personas es evitar estos mundos de
soledades y marginación a los que otros nos han condenado.
Si
un niño o un adulto Asperger encuentra UN AMIGO, habrá valido la pena toda la
lucha.
Necesitamos
contar los unos con los otros de una forma verdadera, auténtica, constante.
Pertenecemos a un colectivo exclusivo, no excluido ni excluyente, con unas
características especiales. El "disfraz" social, es necesario y
debemos enseñar a los nuestros que aprender habilidades, saber utilizar
estrategias sociales a fin de evitar la marginación es uno de los deberes que
debemos proponernos con el fin de evitar sufrimientos y lograr una aceptación
dentro de la sociedad.
Tenemos
mucho que ofrecer para que este mundo sea mejor, pero jamás olvidemos que
primero debemos respetarnos y hacernos respetar.
Yo
particularmente, me he pasado la vida fingiendo, suplicando, pagando unos
precios muy altos por unos resultados muy pobres o muy frustrantes.
Hace
poco mi hijo fue "des-invitado” de una pequeña fiesta; los padres para
colmo justificaban la actitud atroz de su hijo con falsas e ineficaces excusas,
explicándome las razones del
"malentendido" y, sin embargo, jamás en sus mensajes hubo una
pregunta fundamental: ¿QUÉ TAL ESTÁ RAFAEL?
¿Cómo
nos quedamos al no ser incluidos en este u otro evento por muy trivial que sea?
Por
favor. No toméis este episodio triste como una narración puntual sobre mi vida,
consideradlo como algo típico y demasiado frecuente en nuestras estigmatizadas
vidas.
Siempre
hay una excusa para lavar conciencias, siempre hay un motivo para NO ACTUAR
BIEN. Así pues solo podremos ser quienes somos si estamos unidos, si
encontramos amor y respeto dentro de nosotros. Solidaridad, generosidad… Deberían
empezar con un aquí y ahora.
No pongamos nosotros excusas para no implicarnos
con los demás: claro que todos tenemos quehaceres, claro que nadie tiene
tiempo, claro que lo pasamos mal y con la cruz que cada uno llevamos ya tenemos
bastante. Sin embargo, si andamos solos, solos nos quedaremos.
Más que nunca
adelante, vale la pena, es por los nuestros.
Muchas gracias a todos los que
habéis dicho SÍ. Últimamente he tenido la buena fortuna de conocer a buenas
personas muy inteligentes que saben del querer y del luchar.
Un
fuerte abrazo, Meles
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