El nuevo ancestral paradigma, la persona, se pone de manifiesto gota a gota. Las personas con poco tiempo, pero que lo tienen organizado, son aquellas con las que se puede contar.
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No son ideas nuevas, pero es de agradecer que surjan propuestas como esta de la Universidad de Navarra.
Todos necesitamos que alguien se ocupe de nosotros porque no somos autosuficientes. Es la relación con los demás la que nos da fuerza a emprender un camino desconocido: la vida. Los tropiezos propios hacen mella en los demás y viceversa. No podemos revestirnos de insensibilidad porque nuestro organismo nos lo impide y da señales de ello a través del sistema inmunológico. De alguna forma llevamos el sello de la cooperación.
De siempre la llamada cooperación forma parte de la vida de aquellos que se saben interdependientes; de aquellos que reconocen que el haber nacido en un determinado lugar y contexto es fruto del azar; que el tener o dejar de tener ciertas capacidades no es mérito propio; que el ser un privilegiado no exime de responsabilidades, más bien, las multiplica de forma exponencial.
Podemos pensar que el actual contexto social es especialmente problemático, pero el desarrollo positivo de la vida es un devenir que tiene más que ver con la persona que ocupa un lugar determinado en un momento puntual que todo lo que se pueda plantear desde colectivos preparados para medrar unos sobre otros.
Las falacias argumentativas, las trampas ce Circe, cobran fuerza en momentos de cambio de paradigma.
El paradigma "papá estado" en los comienzos del siglo XXI está padeciendo los últimos estertores como sistema organizativo social. Ni las monarquías, las repúblicas (del signo que fueren) o los anarquistas dan soluciones viables a una comunidad global de seres humanos unidos por la información.
Me gusta escuchar argumentos que hablan de economía ciñéndose al concepto "gastar mejor". Ahora bien, poniéndonos en la posición "papá estado" surge la duda: ¿gastar mejor para quién?
La respuesta desde un nuevo paradigma ligado a la persona ofrece un camino de: desprendimiento, compromiso, honestidad, autenticidad, responsabilidad personal no en comandita, mejora continua,...respeto, entre tantas otras cualidades que hacen posible la cooperación.
Esta respuesta no contempla que nadie se organice en grupos en defensa de los intereses de otros. El problema surge siempre ante el manejo de dinero que no siendo propio se percibe destinado a ese colectivo fundado para, en principio, el desarrollo del bien común.
Una película inolvidable nos recuerda que las personas, por simples que parezcan, pueden lograr cosas increíbles. Forres mantiene tres vínculos afectivos: Dios, su madre y su chica. Tres patas que asientan su vida. Simple. Y desde ahí, ¡IMPARABLE!
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