Son momentos de aunar. De sumar. Y hay tanta gente dedicada a explicar, a dejar en abierto su saber hacer que aquellos agoreros que viven para su ego están pasados de moda.
Cuando escucho o leo información visionaria que lanza la mirada a los años sesenta para tomarlos como referencia de aquellos movimientos que surgieron, y que yo viví en primera persona por mi edad, siento que esa gente no ha crecido.
El papa renuncia, y no me extraña. En el saludo que cada persona le podía dejar a su santidad en la Red, le dí las gracias y añadí que su papado hubiese sido fructífero en años anteriores. La iglesia no crece, y el papa recomienda que seamos menos egoístas. En este breve pontificado ha dejado su impronta de fe y de amor, desde su gran forma intelectual que le caracteriza.
Afortunadamente hoy se puede caminar con la vista puesta en Dios, aunque sus representantes, algunos, los más, no quieran crecer.
Dejo de antes y de hoy, lo que es imparable: la educación. No se vuelve atrás, porque el pasado no existe. Delante no sé lo que habrá, pero quiero estar ahí día a día, mientras viva.
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