Delicadeza, encanto, belleza..., tan cerca y quizá por saborear.
La gente expresa la cultura en su manera de hacer, de entenderse y de comprender a los demás. Y donde mejor se expresa uno es en su entorno natural allí donde nació.
Viajamos a veces por necesidad o placer. En otras ocasiones, lo hacemos por descanso o por trabajo. También nos hemos de mover por causa de enfermedad propia o de alguien cercano. Sea como fuere, a veces nos falta el aire, pero si somos capaces de respirar belleza la encontraremos en cualquier rincón en donde nos hallemos.
Cierto es que cuando nos sentimos atenazados por el dolor o la injusticia, nos parece imposible alcanzar la belleza; esa que hemos de buscar en nuestro interior sin ponerle etiqueta alguna: ni la que apunte hacia uno mismo, ni aquella que pone el acento en culpar a otros de lo que nos sucede.
En este canal de respirar belleza hoy me quedo en Córdoba.
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