Mientras leía el artículo que resumo a continuación, recordaba la reciente presentación de la llamada asociación cívica de Mario Conde, que llenó los informativos junto al encuentro del PSOE en este fin de semana.
Hablan todos ellos de no se sabe cuantas cosas a cada cual más relevante, y en asuntos de educación simulan ser 'expertos'. ¡Ya nos gustaría a la población que huebiera expertos en materia educativa! Pero más bien parece que todo se reduce al bla, bla, bla.
EL ABANDONO ESCOLAR TEMPRANO
La Federación de la Asociación de Inspectores de Educación (ADIDE-Federación), a través de su Revista Avances de Supervisión Educativa, aborda en este número monográfico un tema de actualidad y creciente preocupación hasta el punto de formar parte de las políticas educativas comunitarias: el abandono temprano o prematuro de la educación. Una advertencia previa: abandono temprano no debe confundirse con fracaso escolar, aunque los dos fenómenos están estrechamente relacionados.
Es cierto que el abandono se centra en las enseñanzas postobligatorias, pero no lo es menos que importantes factores que empujan a este abandono anidan en las enseñanzas obligatorias, en las que se identifica éxito y título.
El abandono escolar prematuro forma parte de los objetivos de Lisboa, afecta a la estructura del sistema, tanto a su oferta como a la demanda, con serias repercusiones en la cohesión social y en la construcción de una sociedad cívica en la que la igualdad acompañe a la libertad.
No se trata de incrementar o extender la educación básica, viejo objetivo nacido en el siglo XIX y primer tercio del siglo XX, sino de promover la educación a lo largo de la vida. Ello requiere no sólo inversiones, sino un previo debate sobre la complejidad del fenómeno que nos ayudará a mejorar el desarrollo individual, la cualificación, la movilidad, la cohesión social y territorial. Esto es, a trazar las líneas que reduzcan drásticamente el abandono temprano o prematuro en los estudios.
El debate sobre el abandono temprano de los estudios tiene un gran calado, pues afecta directamente al tradicional concepto de derecho a la educación, al tiempo que vive bajo la presión de la sociedad del conocimiento con sus exigencias de cualificación dentro de lo que hoy se llama mercado. Un debate al que en este número monográfico se suma un conjunto de especialistas de distintos campos académicos cuyas propuestas versarán sobre aspectos conceptuales, análisis de los datos y propuestas de acción.
(Se puede seguir leyendo en la Revista los artículos que expertos como José Antonio Marina realiza desde el ángulo de la reflexión filosófica y de la demanda.)
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