Espera... Detén tus pasos. ¿Qué miras? ¿Qué ves?
Somos dados a ver la paja en el ojo ajeno y obviamos la viga en el nuestro. De tal forma vemos lo que queremos que sea algo en concreto; aunque eso mismo nos lleve a mostrar luego la incongruencia entre lo que decimos y lo que hacemos.
El materialismo tiene su lugar: ahí donde la incongruencia se hace patente.
El materialismo no conoce ideología, ni culturas, ni religión de ahí que se halle presente en cualquier tiempo, territorio o sociedad.
Pagamos por una habitación de hotel, un coche, la entrada al teatro, etc., lo que de distintivo signifique para nosotros. También en la cesta de la compra nos inclinamos por productos que identifican nuestra forma de vida. Todo ello va conformando nuestra identidad materialista.
Que nadie piense que con el materialismo señalo únicamente a quienes se decanten por los productos de precio a descremar. Me refiero también a quienes adquieren mercancía de dudosa procedencia, por ejemplo, robada.
Las conductas en la compra identifican la dependencia que mantenemos con el materialismo. Es cierto que lo hacemos sin darnos cuenta, sin reflexionar; pero bien que sabemos señalar a otros por sus conductas sin antes soltar el lastre del propio materialismo.
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