¿Cómo cuidamos la mente y el cuerpo?
No somos nada, y nos creemos algo. Sobre todo, nos sentimos capaces de sentenciar sobre alguien sin que esté presente.
¿Qué hacemos para que esos pensamientos obscenos desde el punto de vista moral no irrumpan en palabras día tras día?
¿A qué gimnasio acudimos para mantener el equilibrio necesario para un pensamiento libre y respetuoso?
¿Cómo atendemos a nuestra apariencia de forma que guarde relación con nuestros pensamientos y actos?
Las horas que pasamos junto a los demás son uno de los momentos relevantes en la vida de cada uno. Quizá no pensamos demasiado en ello porque lo consideramos interiorizado como una habilidad más que brota automáticamente. Sin embargo la realidad nos lleva al terreno de la hipocresía.
El papa Francisco hace un llamamiento a la curia: que mantengan abiertas las iglesias y que en los confesionarios brille la luz que nos indica que ahí está el sacerdote para cumplir con el mandato de Cristo, de perdonar los pecados a quienes se arrepienten con propósito de enmienda.
Mucho se escucha contar del papa: a unos les parece populista, otros lo ven mayor y no comprenden el porqué de su elección terrenal. Algunos pensamos que es lo que la Iglesia venía necesitando desde la elección de Juan Pablo I, que falleció sin llevar adelante la tarea encomendada a la Iglesia en aquellos momentos.
Sea como fuere, el papa Francisco llega en unos momentos complicados y algunos pensamos que ¡por algo será!
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