En el
artículo de ayer, explicaba una forma de actuación al recibir esos archivos regalo que nos pasan vía email.
Hoy doy
cuenta de uno de esos regalos que
conviene aclarar. Lo hago al considerar que cuando lo reciban las mujeres de
la generación a la que va dirigido el mensaje, con toda su buena intención,
está lejos de procurar la felicidad deseada que proclama.
Si bien es
cierto que estoy a caballo entre la generación mencionada y la siguiente,
también es verdad que los sentimientos que suscita pueden aplicarse a cualquier
generación de mujeres que sigan ancladas en pensamientos egoístas, de sentirse
víctimas de su propia carencia afectiva; porque el afecto se da y se recibe.
A
veces escuchamos reproches de mujeres que dicen no recibir el cariño deseado,
pero pocas de ellas se preguntan cómo han mostrado sus afectos entre los suyos
y en su entorno.
Desde
luego, por suerte, somos muchas las mujeres que no nos sentimos como la
generación presentada en el archivo regalo «aquella que funciona por mandato».
Tampoco pensamos como ahí se dice «que
todo está hecho y demostrado», puesto que la persona se forma y puede cambiar
hasta el instante de su muerte. Ésa es la chispa de la vida:
¡el cambio!, la elección es personal e intransferible.
Avanzando
en la lectura del mensaje, uno percibe el sentimiento hedonista de un
utilitarismo profundo, pues, habla de «mandar
lejos a la gente que no sirve para nada y de buscar la compañía de aquellos que
nos hacen reír».
Asombra esta propuesta, pues, en los caminos que transitamos en vida nadie está libre de
tirar la primera piedra. ¿Quiénes creemos ser para inferir que alguien no valga
para nada? Lo de unirse con gente de risa fácil es la prueba del algodón: uno
de los símbolos del que hablan Trapo y Bayeta, alentados por Marina, en la novela Escalerita al cielo; por cierto,
acertadamente comprendido y valorado por los lectores en cada una de las
tertulias convocadas entorno al libro.
Ya en el
final, el mensaje menciona la libertad como merecida y se reafirma en reunirse con
amistades positivas. Y culmina con una peligrosa sugerencia: «todo sirve y es válido para hacernos sentir
bien».
Da la sensación de que estemos ante una información elaborada por
alguien encerrado en su Yo sin haber dialogado con su Tu. Y así se expresa:
Pertenezco a la generación que tenía un solo mandato: debíamos ser, y así lo intentamos, las mejores hijas, las mejores esposas, las mejores madres, las mejores profesionales… Y ahora que ya hice todas esas cosas lo mejor que pude, a veces me gusta estar sola, salir y viajar sola a mi ritmo. A veces necesito mucho a mi familia. Y a veces prefiero no hacer nada.
Ya demostré, acabadamente, quien soy como persona. Lo que me queda de vida intento que sea mío disfrutándolo con lo que me venga en gana: viajando, comprando, tomando café con alguien, haciendo lo que me plazca así sea estar sin hacer nada.
Mis queridas amigas, cuídense no se repriman. Aprendan a decir NO cuando quieran decir NO. Si es necesario, y siempre para bien de nuestra salud mental, aprendan a mandar lejos a la gente que no sirve para nada (eso sí, con elegancia es mejor). Ya es hora de discernir a quién le hace bien mi amistad mi cariño mi compañía, y quién me busca solo para llenar su aburrimiento descargar su neurosis o hacerle un servicio. La vida está llena de gente egoísta que solo se satisface a si misma usando a los demás de distintas maneras y para diferentes propósitos. Huyamos de esos vampiros que nos roban la energía para seguir subsistiendo y juntémonos, cada vez que podamos, con aquellos que nos hacen reír.
Practiquemos nuestra merecida libertad, ya sea quedándonos en la cama todo un día, viendo por TV lo que se nos ocurra; leyendo poesía, biografías interesantes o simples revistas de chismes. Por favor, visitemos más seguido a las amigas positivas, vayamos a lugares nuevos, escuchemos más música, animémonos a pintar a hacer manualidades yoga, meditación, canto, salsa, idiomas, jardinería,... ¡lo que más nos guste! Todo sirve y es válido para hacernos sentir bien.
En todo
caso, para ir en busca de la felicidad no como placebo, hay variada bibliografía
al respecto que se puede leer con fluidez.
Maestros donde los haya se encuentran
en las Bibliotecas Municipales, cercanas y cómodas, en donde podemos leer y
luego tomar café y hablar con gente dispar que enriquece; siempre enriquece la
discusión el razonamiento que cada persona mantiene respecto de algo; porque no hay que olvidar que las personas son
valiosas en sí mismas, sus comportamientos pueden no parecernos adecuados
y por ello estimemos oportuno no darles crédito; pero no somos quién para expresar que la persona no vale para nada.
Es éste
uno de los principios pedagógicos que todo educador conoce: el infante, el adolescente, el joven, el
adulto, el anciano… es valioso en sí mismo.
No hay que
dar crédito a todo regalo informativo que
nos llega vía email; ya es conocida mi postura: antes de reenviarlo, hacerlo
nuestro: reflexionar sobre si estamos de acuerdo con lo que ahí se expresa o si
necesita aclaración.
Aunque no
lo parezca, la impulsividad en nada ayuda a la construcción diaria de la tan
buscada felicidad siempre en proyecto.