Sin lugar a dudas, cuando terminas de escribir un libro sientes una sensación que se me antoja similar a la de los falleros cuando la obra de arte "su falla" flota en el aire impregnando a todos con sus cenizas:
¡Ahora, a por la siguiente obra!
Lo que no cabe duda es que si no se es capaz de soñar, se logra bien poco. Y también es real aquello de que las coincidencias se dan sin saber por qué.
Lo que intento transmitir puede parecer un cuento, pero lo he vivido en primera persona.
"Marina" es un nombre querido para mí, y lo es porque -aunque no fui consciente de ello hasta la muerte de mi padre- para mis padres, Agustín y María Luisa, por diversos motivos "Marina" (la Ópera) se convertía en la Música de sus vidas.
Y, sin pensarlo, esta primavera, recién concluido el nuevo libro...
Se da la coincidencia de que mi marido y yo decidimos realizar un viaje a Madrid; y el mismo día de llegada, el 20 de abril, pudimos asistir a la representación de "Marina" en el Teatro de la Zarzuela. Casi me la pierdo: el día 21 finalizaba su representación.
Fue como recibir un soplo de aliento y ternura desde allí donde me dijo mi padre que se iba al morir...
Y yo te digo papá que, te siento vivir en mi...
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