
La jefa de enfermeras tuvo una brillante idea: ubicó a las mellizas juntas en una misma incubadora, contra las reglas del servicio de neonatología.
Entonces sucedió un maravilloso milagro: la que estaba sana abrazó a su hermanita ya casi sin vida, y el calor que emanaba de su cuerpo comenzó a regular la temperatura, el pulso y el ritmo cardíaco de su hermana. Gracias a ese abrazo, hoy las dos niñas viven y están sanas.
El contacto físico y el abrazo imparten una energía vital capaz de sanar o aliviar dolencias menores. Cuando transferimos nuestra energía con un abrazo aumentan nuestras propias fuerzas.
Hay veces que no nos atrevemos a decir lo que sentimos, ya sea por timidez o porque los sentimientos nos abruman; en esos casos se puede contar con el idioma de los abrazos.
No olvidemos lo importante que es abrazar a quienes amamos, y cuánto bien nos hace sentir la calidez de un abrazo. Un abrazo dice y obra milagros. Abraza a tus allegados... Abraza a tus amigos... ¡Abrázame!